Thursday, August 11, 2005

Me hubiese gustado quererte (más de lo que te quise esa noche)






Alejandro Sanz - "Al olvido invito yo"



Una discotec gay. Un sábado, 2am.
Sentado sólo, terminándome el tercer trago. Nunca he salido solo, y esa vez no fue la excepción, pero al Toto le fue mejor que a mí y tenía un gato encima. Yo esperaba. Qué, no tenía idea, pero esperaba y estaba empezando a impacientarme. Los ojos se me empezaban a dar vuelta y los sapos se empezaban a convertir en príncipes cuando se atravesó X.
Lo miré, me miró. Saludó a unos tipos y converso con ellos mientras me miraba queriendo que yo supiera. Y ni huevón, supe, y le coqueteo de vuelta.
Parecía definitivamente mayor que yo, unos 22-23 años. Alto, moreno, barba de tres días, harto pelo liso pero corto, ojos... ahhh verdes. No se demoró mucho y me invitó lo que estaba tomando. Fue extraño. Siempre me he preguntado si invitarte un trago significa algo más. O sea, estai gastando plata en un tipo que quizás no te da ni la hora, o puede tener mal aliento o incluso darte cuenta después que te llamó la atención por culpa de las luces y la sombras y ahora que lo tienes al lado es un macaco que no se arregla ni con una garrafa de aguardiente. Pero el me invitó un trago y yo acepté feliz.
Era como galán de teleserie del 13, pero vestido mas lolein. Guapo, rico, wachón, con una voz muuuuy sexy. Me preguntó si andaba sólo, apunte al Toto deborándose al tipo. Y nada, me preguntó si quería bailar pero de verdad no quería, y se dio media vuelta. Alcance a agarrarlo del brazo, mientras seguía gozando de su trago, y le dije que se quedara. Y se quedó. Conversamos harto rato y me dio un beso. Buen beso, nos coordinamos bien. Finalmente me pregunto como me volvía y le apunte a Toto que ya tenía una mano bajo el pantalón del tipo. Me ofreció llevarme y acepté. Caminamos unas cuadras, nos subimos a su auto y partimos. Se metió en una callecita oscura y me dijo que no se aguantaba las ganas de darme otro beso. Me dio más de uno, más de diez.
Me invitó a su casa, que estaba solo. Eso si que era harto. Pero ya tenía el corazón un poco estrujado y le dije que sí. Me atreví a tocarle la pierna durante el camino y a juzgar por su cara me agradeció.

Llegamos a su casa y rebotamos en su cama mientras nos sacabamos la ropa medios desesperados. Lo pasamos bien, manos por todos lados, besos en el cuellos y sobretodo su olor, hasta ahora me acuerdo y me da un buen golpe. Los detalles no los necesitan, pero estuvo muy bien. Cambiamos telefonos, y me llevó hasta mi casa. Le dije que me llamara al día siguiente, y me preocupé de llamarlo al rato para saber si había llegado bien. Pero al día siguiente no llamó, ni a la semana, ni al mes, y yo tampoco llamé, aunque debo admitir que ganas no me faltaron, y no escatimé en tiempo para pensar en él. Es cierto, me engancho fácil, soy enamoradizo y me fascinan las canciones cebolla.

Y hoy día estoy 98% seguro que lo vi caminando por la calle, que pasó por el lado mío, me reconoció y siguió caminando, apurando el paso. Miraba para atrás muy seguido, como tratando de ver si efectivamente era yo, y yo trataba de identificarlo cada vez a mayor distancia. Y guardé su celular hasta hoy, que lo borré definitivamente.

Y si algún día las circunstancias te llevan a leer este blog, y reconoces la historia y te das cuenta que estoy hablando de ti, solo decirte que me hubiese gustado quererte, por lo menos más de lo que te quise esa noche.

Estreno del nuevo fondo

Ojalá les guste... y ya viene el final de la primera temporada!

GRACIAS ELEU, TE PASASTE... TODO ESTO ES GRACIAS A TI



Vicho...

Wednesday, August 10, 2005

El mar





Miguel Bosé - "Nada particular"



En un momento el jeep tomo un camino local, muchos árboles, se empezaba a sentir el olor a mar. Era el 13 de marzo del 2001. Nos estacionamos en un típico espacio vacío al lado de una fierita que estaba junto al camino y comenzamos a caminar. El lugar me parecía conocido, pero no tenía idea donde estabamos. Comenzamos a bajar por un sendero de tierra empinado que se perdía entre los árboles, hasta que llegamos a la playa. Al frente, las rocas casi no debajan ver el Pacífico, a excepción de cuando las olas rompían contra ellas. Detras de las rocas, el sol brillaba en el agua, el horizonte estaba más amplio que nunca, dándonos la bienvenida. Atrás, árboles y la tumba de Pablo Neruda, junto a la famosa casa de Isla Negra.
Me reí. Gabriel sonrió con los ojos medios cerrados por el sol.
Comenzamos a caminar por la playa, nos subimos a las rocas, anduvimos por ahí hasta que Gabriel dijo que nos sentaramos. Era un espacio cerrado hacia atrás por las rocas, casi un lugar secreto. Y ahí nos quedamos.
Conversamos de la vuelta al colegio, de la vuelta a la U, de su carrera, de mi supuesta carrera, de música, de cine, del clima, del verano, de su colegio, de su familia y de la mía, de mi hermano, de Cristóbal, del Pelao, y eso deribó a la noche del choripán envenenado.

- Supe que te quedaste conmigo.
- Sí.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué no?
- Porque no nos conocemos, y no teniai por qué hacerlo.
- ¿No?
- Creo que no.
- ¿Gonzalo iba a volver pa ver como estabai?
- Jajaja no... pero tampoco teníai que cagarte el carrete.
- Alguien tenía que cuidarte, si te....

Su voz se desvaneció tan rápido como apenas dijo "alguien tenía que cuidarte". ¿Cuidarme? Nadie nunca antes me había cuidado (en el sentido amoroso, no es que cuando estaba enfermo cuando chico mi mamá me dejaba moribundo en la cama), y sencillamente eso era lo que había buscado, o lo que había querido toda mi vida. Gabriel se había quedado CUIDANDOME. La verdad es que apenas supe que se había quedado la noche, al día siguiente, como que se daba por obvio que era para ver si me pasaba algo, pero CUIDANDOME. Gabriel dijo que se había quedado CUIDANDOME. Todo lo que dijo después del "cuidarte" se borró completamente de mi mente y sinceramente creo que ni siquiera lo escuche.
Y tampoco pude contestarle. La conversación terminó ahi y dejé de mirarlo para mirar el mar. La cabeza me daba muchísimas vueltas y sabía que tenía que decir algo, pero me sentía como Homero Simpson cuando tiene que decir algo inteligente y termina dejando la cagá. No me atrevía a decir nada, que podía decirle, que se responde a alguien que te gusta cuando te dice "me quedé cuidándote"

¿Eso significa un "te quiero"? ¿Un "me importas"? ¿Un "me preocupo por ti"?

Estaba viviendo sin duda uno de los momentos más lindos de mi vida con un hombre que me había movido el piso desde el primer momento que lo vi, que me salvó, que me llevó a mi casa cuando me sentí mal, que se quedó cuidándome cuando estuve enfermo y que además me había casi raptado un día de clases para llevarme a Isla Negra. ¿Todo eso era una señal? No tenía idea que pensar, tenía muchísimo miedo a acercarme a él y que...

...y sentí un beso en mi mejilla.

Buenos -malos- días




Francisco Céspedes - "Te soñé lluvia de abril"



La última vez que vi a Gabriel fue el 3 de abril del 2002. Fue la última vez que nos vimos, que hablamos, que nos tomamos de la mano, que nos dijimos que nos queríamos mucho, que nos amábamos. Después de eso, nunca más. Desaparecimos el uno para el otro, retomamos nuestras vidas que habíamos dejado botadas después de habernos conocido, y decidimos que teníamos que ser responsables y aguantar otra vez la soledad. Y así fue.
Volví a despertarme muy temprano en la mañana, a caminar hasta el colegio con la frustrada esperanza, día tras día, de encontrar a Gabriel en su jeep para escaparnos, volví a estudiar solo para las pruebas, volví a andar en micro, volví a la casa de la Gorda todos los días a la vuelta del colegio, volví a ver teleseries, a comer solo cuando mis papás se iban fuera de Santiago.
Volví a chatear y volví a conocer a esos amigos que se acuerdan de uno cuando necesitan favores, y que uno los necesita cuando está demasiado solo.
Volví a ganar en todos los juegos de mesa.
Volví a creer sólo en mí, y deje de escuchar consejos.
Volví a ser soberbio y ofensivo.
Volví a sentir que la vida está hecha para uno solo y hay que aprender a vivirla así.
Volví a aprender como amarrarme el cordón de los zapatos.
Volví a pensar que era el destino, y en verdad hasta el día de hoy lo pienso, que sencillamente hay cosas que para algunos están prohibidas y que el amor nació y se agotó para mí en Gabriel.
Volví a planear mi vida solo, a ver qué iba a estudiar, donde iba a trabajar, donde iba a vivir una vez que me fuera de la casa, y si me podría comprar un perro para que me acompañara.
Volví a llorar cuando me quedaba solo en la casa.
Volví a ir a la playa con mis papás, a veces, para no tener que llorar.
Volví a salir a discotecs para ver si encontraba a alguien que quisiera acompañarme, con quien me pudiese ir a algún lado, y darle un beso.
Volví a preguntarme como será dar un beso.
Volví a desconfiar de la gente, y buscaba aliados en desconocidos que terminaban mirándome feo.
Volví a sentir que estaba solo, aunque lo peor fue darme cuenta que estaba solo.

Y anoche volví a soñar con Gabriel y desperté mal, y por eso estoy escribiendo todo esto. Son esas cosas que pasan de vez en cuando y que nos hacen un mal día antes de ducharnos. Pero da igual, hay que sobreponerse y seguir. No me voy a quedar en cama por un sueño, aunque feliz me quedaría para soñar todo el resto del día con él.
En serio, me carga despertar enamorado.

Tuesday, August 09, 2005

¿Alguien sigue las instrucciones de mi Blog?


Para los que no se han dado cuenta, mi blog tiene una instrucción justo debajo del título. Para que no me quede ninguna duda de que conocen la instrucción, la repito en un post:

Siga las instrucciones: antes de leer cada columna, baje la canción que aparece en el encabezado de su shareware preferido, una vez que termine la transferencia, comience a escuchar la canción y luego lea.
Sí se que es una lata tener que bajar la canción, asi que en verdad filo si no quieren bajarla, pero pa la próxima parte de la historia bájenla por que es una parte super importante. ¿ya?
Les voy a decir altiro la cancion, pa que tengan tiempo pa bajarla.
Miguel Bosé - "Nada particular"
Jajaja en verdad es como el final de mi primera temporada, asi que suuuuper importante que bajen la cancion para que lean mientras la escuchan. En verdad igual seria bakan que bajaran siempre la cancion por que me esmero harto en buscar una que tenga que ver con lo que estoy contando, pero si les da lata filo.

Soon... Season Finale de "Son cosas del Vicho"

And next... Season Two.

Gracias a todos los que me leen y postean (que igual son poquitos, pero se agradece un montón), en verdad necesitaba contarle a alguien mi historia.

Vicho


:D

Monday, August 08, 2005

Gabriel y yo: Parte 4




Norah Jones - "Sunrise"


Y así fue, pasaron semanas y no supe más de Gabriel que cuando le preguntaba a Gonzalo para dónde iba: "a estudiar", donde quién: "Donde Bla", y quiénes van a estar: "bla, bla, Gabriel, bla y bla"
La cabeza me daba vueltas todo el día. ¿Por qué se quedó conmigo? ¿Eso es una señal? ¿Le gusto o fue de buena persona? ¿O le gusto y es buena persona? ¿Por qué mierda me quedé dormido?¿Por qué sus ojos son tan verdes? Y así, mañana, mediodía, tarde, noche, madrugada.
Algunas veces llegaba y me enteraba que había estado en la casa, pero nunca me mandaba saludos, o mi hermano nunca me los dio. Soñaba con llegar a mi casa y ver su jeep estacionado afuera, entrar a la casa, vacía, y encontrarmelo en el living tomandose algo, fumandose un cigarro, y conversar horas. Solo conversar, con eso me conformaba, ni siquiera pedía ser su amigo (amistad 16 y 20 es un poco complicada), solo hablarle de vez en cuando.
El verano se acabó y tuve que volver a clases. Como vivo cerca de mi ex-colegio, me iba caminando las 5 cuadras que me separaban de él, y volvía caminando, previo paso por la casa de la Gorda a comer y conversar (pelar a la mitad de la gente que conocemos).

Segunda semana de clases. Me subo la mochila a la espalda y parto al colegio. El personal puesto, escuchando la radio, y en la calle, estacionado un jeep. Casi me caigo de raja. Era idéntico al jeep de Gabriel. Taquicardia. Sigo caminando, llego al lado del jeep, y en el asiento del conductor, Gabriel.

- Hola.
- Hola.
- Te llevo.
- ¿A dónde? (ya sé que soy un pelotudo, no se rían).
- ¿Al colegio?
- Bueno.

Me subo al jeep

- ¿Querís ir al colegio?
- (Risa) No.
- Entonces no vamos.
- No po...

Salió rápido, supongo que por miedo a que nos viera alguien. Manejó por lo menos media hora hasta que llegamos a la carretera, sin que ninguno de los dos soltara ni una palabra, ni un suspiro. Cuándo me di cuenta que estábamos muy lejos de Santiago me atreví a preguntarle a dónde íbamos.
Sonrió.

- Sorpresa

CL-W: Colin Farrell


Yerko Triviño - "Bugle Buddy"



Ya está bueno. Después les sigo contando la historia de Gabriel, hay que cambiar un poquito el tema. Es hora de alegrarnos un poco y hablar de cosas más entretenidas, interesantes y con algún peso intelectual más alto. Por eso, he decidido crear esta nueva sección de mi recién creado super de moda blog que se llama "Crítica del lunes al wachón: CL-W", e influenciado aún por haber arrendado la película Alexander, hoy hablaremos de Colin Farrell.

Debo admitir que desde que lo vi en esa película de la cabina telefónica donde lo amenazaban con dispararle me dejo medio boquiabierto. Era un tipo guapo, moreno (no el clásico galán holiwoodense rubio flaco y sin gusto a nada), con un cuerpo bastante armónico, haciendo el papel de treintañero exitoso en todo: negocios, familia, amor. Para mí absolutamente nuevo, jamás lo había visto antes. Luego lo vi en el papel de un frígido empleado de la Secretaría de Justicia de EEUU en el año 10.478 en donde actuaba con Tom Cruise. Debo admitir que el papel me cargo y ni lo considere dentro de mi lista “busca fotos de él en internet”. Pero después de ver la magna obra “Alexander” debo admitir que este tipo ya me dejo enfermo de la cabeza... y de las hormonas. O sea, sí, el papel lo obligo a venderse al prototipo de rubio galán holiwoodense, pero rubio y todo jamás un hombre como él podría tener gusto a nada. Ya la primera toma de Alejandro Magno interpretado por Colin (así le digo en la intimidad) es deslumbrante. Mostrándolo de cortos 18 años, con esa carita y ese cuerazo, sabiendo que debe tener las hormonas más revueltas que Mattheew Kidman de “La chica del lado”, y diciéndole a su madre que Hefestos lo ama por lo que es y no por ser príncipe es demasiado fuerte. Verlo defendiendo el amor de un hombre hacia él, sea en esta película o en “La jaula de las locas” es simplemente demasiado fuerte. ¡Estamos hablando de Colin Farrell! Ver a Brad Pitt, Tom Cruise o Mel Gibson sería como cualquier otra cosa por que tienen más carrete que cualquiera y los hemos visto cien mil veces en pelota y su vida y sus rumores riegan las revistas y las páginas web. Pero de Colin, que está recién empezando, nos da derecho a volar la imaginación más alto que con cualquier otro actor de lo que sea. Después podemos ver el paso del tiempo por su piel y encontrarlo de 22 años, con el pelo más largo, cabalgando sobre un caballo negro por el árido paisaje de Asia Menor con el sol sobre su cabeza. Pareciera que todo es indómito, todo salvaje. Me llega a asustar imaginármelo en la cama... me asusta pero me gusta. Cómo domar a una bestia así, y por otro lado, quién querría domarlo. Luego, una vez dentro de Babilonia, teniendo un harem entero de mujeres guapísimas... fijarse en el travesti-loca-pelilarga. Lo veo en persona y soy capaz de ponerme un par de panties para conquistarlo, me da lo mismo el colaless fucsia o el sostén con brillantes. Y eso que se supone que Alejandro Magno era bisexual, no un homosexual asumido. Más avanzada la película, debo admitir que me mataba cuando se ponía a rugir como león. Es que me veo acostado en la cama del Califa Darío con Colin en cuatro patas acercándose y rugiéndome. ¡Déjame descansar un poco! Ya terminando la película, no recuerdo bien, pero creo que de vuelta en Babilonia, cuando se empelota para acostarse y le enfocan todo el culo, se le ocurre levantar la pierna y mostrar su inmensa y maravillosa virilidad. De verdad, siempre pensé que era demasiado pedir un tipo buen mozo, con buen cuero, talentoso, simpático y que además fuera dotado. Es que sin exagerar, en estado natural debe medir fácil un 15 o 16 centímetros. Y para rematar, imaginármelo después frente a Hefestos diciéndole que lo ama, que es la única persona que de verdad le importa, con su carita, su cuerazo y además el pedazo de pico es ya un atentado hormonal que debería estar penalizado por la ley. Entiendo por que Hefestos le decía que todavía lo excitaba... con todos esos atributos no se quién podría decirle que no. En definitiva, para concluir esta genial crítica de cine, debo decir que le pongo a la película “Alexander” cinco estrellas... y que Colin Farrell me ponga lo que quiera...

Efectos

Luis Fonsi - "Se supone"


Debo admitir que estoy un poco alterado. A veces el cine tiene ese extraño poder de sacar de lo más hondo de nosotros nuestros propios temas prohibidos, aquellos que ocultamos, la cara bajo la máscara con la sonrisa eterna. Y a mí me hizo pedazos. Debo admitir que arrendé la película sólo por la alusión a la bisexualidad de Alejandro Magno, y más específicamente por que era Colin Farrell el que lo interpretaba. Lo que se suponía debía ser sangres, masacres y un héroe incomprendido termino convirtiéndose en la más pura imagen de mi yo más secreto. Ese que conozco yo y Gabriel, ese que solo una vez ha salido a la luz en la historia de mis cortos 20 años, el que muere dolorosamente sonriendo para no desencantar a los que lo rodean. Habría amado ser Hefestos, vivir el hecho de ser lo más importante en el mundo para alguien, fuera rey, general, peón o esclavo, y poder caminar de su mano por las callecitas de Babilonia sin que nadie apuntara con su dedo inquisidor. Si, es verdad, el hecho que Alexander fuera el rey lo hacía mucho más excitante y más con la sutileza deliciosa de los lujos innecesarios, pero tan poco importan los detalles aristocráticos cuando el amor de un hombre está tan cerca como para poder palparlo y abrazarte a él como si fuera la verdad más absoluta de tu historia. Es que alguna vez Gabriel fue la verdad más absoluta de mi historia, y ahora veo como desaparece tras la cortina de este cuento mal contado. Y lo veía ahí, al frente, montando a Bucéfalo a través de una Asia árida e indómita, intranquilo en la habitación real de Babilonia pidiéndome que me quedara con el por la noche, con el miedo que se escapa de los ojos del guerrero que debe darle fe a sus tropas. Y eso fue Gabriel. El general que me impulsaba a seguir más adelante, que ocultaba su miedo por que estaba convencido que nuestro amor era verdadero y valía la pena sufrir y esconderse por él; algo de lo que quizás yo nunca estuve tan convencido. Algo a lo que yo temía, algo frente a lo que era débil y no sabía enfrentar; y por lo que él lucho sin que yo prestara mucha ayuda, él fue el general y yo la tropa asustada, una tropa que después de mucho tiempo sigue asustada. Duele no poder tener una foto suya en mi pieza para mirarla al despertar, al mediodía, antes y después de almorzar, antes de salir, al llegar, antes de acostarse, y en vez tener que sacarla del baúl escondido y darle besos en la oscuridad, secar las lágrimas con una imagen escondida. Pero no puedo olvidar a alguien con quien tengo una historia inconclusa. Yo con Gabriel no he terminado, hemos seguido juntos aunque el tiempo no nos haya querido dar la razón, y aunque yo tenga a Colin Farrell al más puro estilo Alejandro Magno. Tenemos que hablar, decirnos cosas a la cara, llorar, reír... quizás darnos un último beso, volver a Isla Negra. Tengo que verlo.

Sunday, August 07, 2005

La noche...




Avril Lavigne - "I'm with you"


No me acuerdo de mucho, esa es la primera aclaración de todas. Es verdad eso de cuando uno vive emociones muy fuertes, la memoria empieza a fallar y algunas partes se borran. A mí me paso por lo menos, y de esa noche me acuerdo de lo siguiente:

Llegamos a mi casa, nos bajamos, Gabriel me ayudo a caminar un rato (ahora lo pienso y sí, me habría encantado que me tomara en brazos y me dejara en el lesho de amor como casorio siútico), llegando a la puerta sacó las llaves de mi hermano, entramos, me ayudó a llegar a mi pieza (si, exageraba un poco -mucho-), me tiré en la cama, me hizo levantarme, me abrió la cama, me metí adentro con ropa y dormí.
Así es, esa noche no pasó nada y era evidente, no creo que tuviera muchas ganas de darme un beso con vómitos cada 20 minutos, el riesgo de tener choripán mascado encima eran muchas.

Desperté al día siguiente, temprano, Gonzalo dormía, mis papás aún no llegaban de la playa. Tomé agua y no me atreví a comer nada hasta que llegaron mis papás un poco antes de la hora de almuerzo, desperté a mi hermano, almorzamos en familia (yo unos deliciosos "cabellos de angel" con aceite), Gonzalo volvió a dormir, yo me fui a mi pieza, Gonzalo volvió a despertar y le pregunto como estuvo al final todo anoche en la casa del Pelao.
Su respuesta me mató.

"Todo bien menos por vo' po. Gabriel se sintió culpable y se quedó toda la noche acá cuidando al pendejo que se nos ocurrió sacar a pasear"

Repito: No me acuerdo que le dije a mi hermano después de esa declaración, pero su respuesta confirmó que había entendido bien.

"Yo llegué como a las 6 y ahí recién Gabriel se fue, cuando me llamó pa avisarme que se iba a quedar le dije que no fuera hueón, que estabamos carreteando, y no quiso"


Increíble... pero no tenía su celular, él no tenía el mío, y aunque se lo podía robar a Gonzalo, jamás me atrevería a llamarlo. Y pasó lo que pasa cuando la gente no se llama, pasaron semanas y no vi sus ojos verdes.

Wednesday, August 03, 2005

Empujoncitos del destino


Jeremías - "La cita"


La Gorda es mi mejor amiga, además de ser mi prima. Sabe todo de mí, menos que soy gay. Sabe que me quedo durmiendo en mi casa bajo la mentira que las clases en la U se suspendieron, pero no sabe que me masturbaba pensando en su pololo. Sabe que una vez de curado termine durmiendo abrazado a la mamá de un amigo, pero no sabe que después de que terminó, se lo chupé a su ex pololo. O sea: morenazo, 1.85, pectorales, bíceps de revista, curao como pico en la misma pieza que yo estaba, y después de descubrir sus 22cm., ameritaba. Supongo que la gozó, aunque dudo que se acuerde. Es que debo admitir que después de Gabriel, el mundo se me dio vuelta. Y desde luego ella no sabe nada de Gabriel, mientras yo tenía que escuchar sus “preséntamelo, es tan rico” a diario. I’m fucking him, forget it. LOL. Pero en serio, no tengo como explicar todo lo que amé a ese hombre. Ningún mal recuerdo, ningún dolor, ninguna queja; sólo contra las cosas que pasaron e hicieron que todo terminara mal. Muy mal.
Ese día en la parte de atrás de su jeep sus ojos verdes rebotaban contra el retrovisor y se clavaban en cada luz roja en los míos. Dolía sentir y pensar que corría el riesgo que otra vez estuvieran jugando. Pensar que son sólo rollos míos, que sus ojos no se clavaban por que le gustara sino para ver si el huevón de atrás lo seguía mirando. Y el huevón de atrás lo seguía mirando. Llegamos a la casa del Pelao y fui por una piscola. En la cubeta, agua. Fui a la cocina y estaba él. “Te salvé” dijo. “Sálvame de esta soledad” pensé medio en risas por la siutiquería de la frase. Me preguntó de qué me reía, le respondí que nada, pero no se digno a mirarme, estaba feliz haciéndose su piscola. Salí bastante nervioso, pensé que ya se había cansado del jueguito y que, sin duda con lo pelotudo que soy, me iba a quedar enganchado un mes de sus ojos verdes. Y finalmente pasó. Gabriel nunca fue un ángel y su idea de llevarme al carrete del Pelao jamás fue una salvación. Es más, casi me mata. Sobre la mesa, los choripanes. El hambre por la emoción de las dos últimas horas de mi vida me obligo a comerme unos cuantos. No pasó una hora y yo vomitaba, cagaba y me mordían los escalofríos por un maldito choripán medio crudo. Con Gonzalo en la quinta piscola y diciéndome que no fuera tan exagerao, no había forma de volver a mi casa. Entonces, cuando ya agonizaba en un sillón de totora de la terraza, me di cuenta del error, Gabriel si iba a salvarme. “Dame las llaves de tu casa, mejor que duerma en tu casa a despertarlo aquí cuando nos vayamos y se enfríe de nuevo”. Después de setenta minutos de libertad, volví a mi arresto habitacionario. La diferencia: iba sólo con Gabriel camino a mi casa...

Tuesday, August 02, 2005

Me presento... y doy inicio a mi historia

Fito Páez - "Circo Beat" (Album Circo Beat)

Supongo que, para comenzar, debo presentarme. Vicente Risopatrón, 20 años, estudiante de algo en alguna universidad. Estado civil, soltero sin compromiso, mmmm... hace... tres años. Así es, tuve mi primer amor, de esos rosados, hollywoodenses, mágicos e inexpertos amores a los 16 años, y no puedo arrepentirme. Se llamaba Gabriel, bueno, se llama Gabriel, el detalle es que soy yo el que ya no lo llamo, y, en fin, es mutuo. Nos conocimos en mi casa, amigo de mi hermano con 20 años, rubio, ojos verdes, peinado de moda... demasiado top para mí. Más piola son mejores, estos astros seudo modelos que no pasan desapercibidos por ninguna parte, además de ególatras son heterosexuales, creo que pensé cuando lo conocí, o lo pienso ahora, qué se yo. La historia sería diferente. Yo joven pendex de en ese entonces vírgenes labios jamás imaginé que las cosas cambiarían con alguien que aparecería en la puerta de mi casa con esa típica pinta de gañán ABC1 y una mirada tan absoluta como un sí. Lo encontré mino altiro, si era alto (más alto que yo, que de por sí soy bajo, a los 16 años contra un veiteañero, no era un requisito difícil de cumplir), rubio (jamás me gustaron los rubios, pero tenía que existir la excepción), ojos verdes (sí, son mi debilidad), barba de tres días, patillas, y esos ojos de nuevo tengo que nombrarlos por que sin duda son una adicción. Sonrió. Sonreí. Sería todo, pensé, qué más. Me extendió la mano y dijo “Gabriel”. Lo sé, soy un pelotudo, le respondí “No, me llamo Vicente”. Volvió a sonreír y me explico que él era Gabriel. Rojo. Creo que me reí y lo hice pasar al living. Al segundo apareció Gonzalo, mi hermano, que lo recibió a golpes, como recibía a todos sus amigos, y se sentaron. Última mirada antes de irme, para entretener la vista y soñar un rato, lo ameritaba. Me di vuelta para mirarlo y lo encontré con los ojos en mí. Uuuy... taquicardia. Tranquilo hueón, no seai iluso. Sí, esta bien, soy enamoradizo y esas cosas me dejan medio aturdido, pero ya me había tropezado unas cuantas veces y no tenía sentido empezar a suplicarle a Buda o al Soldado Desconocido que me dieran la oportunidad de vivir una historia de amor. Good bye Gabriel, game is over. Entré a mi pieza y prendí la tele. Fome, fome, fome, fome... Sábado Gigantes... más fome. Ni ahí con salir, menos con mi nuevo amor platónico en el living. Timbre, gritos, golpes, otro amigo. ¿Un gemelo gay de Gabriel? Para qué, con él es suficiente. Seguí practicando el sano deporte del zapping hasta que no me aguante las ganas de repetir su mirada. De pronto, en esas medidas extremas de búsqueda de excusas tontas para ir a dar una vuelta por ahí a buscar ojos verdes, me dio una insaciable sed. Agua, cocina, qué lata, tenía que pasar por el living. Espejo, pelo, dientes, a la caza. Entré a la cocina rápido mirando el sillón verde de reojo. Conversaba con el que había llegado recién, Cristóbal, ya lo conocía. Gonzalo no estaba. Entré a la cocina y me encontré con mi hermano adentro. “Anda a saludar a Cristóbal”. Qué lata bueno ya. Entré al living y saludé al nuevo visitante. Miré a Gabriel. Gabriel me miraba. Uuuy... taquicardia. Salió Gonzalo de la cocina y me mandó a mi pieza, obedecí. Sé digno, no te des vuelta. No lo hice, pero al doblar en el pasillo tenía que mirarlo. Me miraba. La taquicardia anterior no se había terminado, así que fue el turno del dolor de guata. Me metí a mi pieza y prendí la tele. Fome, fome, fome. Prendí la radio y me quedé ahí, luz apagada, música. Creo que me quede dormido algunos minutos. Filo, sal a verlo una vez más, siempre hay alguna excusa. “Gonzalo, ¿qué van a hacer ustedes?. Qué vamos a hacer, si me tengo que quedar cuidándote como si tuvierai tres años.” Parecía que Gabriel se iba a quedar la noche en el living, y yo bajo arresto habitacionario, soñando estar con él en alguna parte; pero su interrupción fue más que milagrosa: “Que vaya al asao del Pelao con nosotros po”. Mi hermano sonrió, yo sonreí, Gabriel sonrío. En quince minutos estaba en el asiento trasero de su jeep, directo a pasar la noche perdido en sus ojos verdes.